lunes, 28 de junio de 2010

En busca de los rojos

La leyenda atribuye al pionero del periodismo amarillista William Randolph Hearst la frase "no dejes que la realidad te estropee un buen titular". En el presente, el auténtico reto es vislumbrar la realidad entre tanto titular rimbombante y artículos embutidos en los convencionalismos de la prensa internacional. Incluso, cuando la tienes delante de tus narices.
Las maratonianas protestas de los "camisas rojas" en Bangkok terminaron violentamente, con la carga del Ejército y la reacción de algunos manifestantes, que se dedicaron a saquear e incendiar edificios. En dos meses, murieron más de 80 personas y miles fueron heridas.
Para aclarar mis dudas, me marché a la región de Isán, en el noreste de Tailandia, en busca de campesinos y jornaleros. Isán es considerada el feudo de los "camisas rojas". Quería descubrir la realidad rural, no la que me cuentan los titulares. 

 


Pescador en el río Mekong: partidario acérrimo de Shinawatra. Es pescador, aunque también trabaja como peón eventual en Bangkok. 


Jornaleras: Me acerqué al campo donde plantaban arroz. No querían opinar sobre los "camisas rojas". Decían que sólo querían trabajar y ganar dinero, que no podían ir a Bangkok. Se sentían felices. Pero una de ellas dijo que le gustaría que su hijo pudiera llevar en el futuro una vida como la mía. Con 200 bat (cuatro euros) diarios no creo que pueda costear la universidad.
 


 
Granjero: Mirada digna, tez morena y mirada honesta. No apoyaba a los rojos. Gana unos 20.000 ó 30.000 bat (400 ó 600 euros) al mes. Satisfecho con su vida. Respeta al rey porque vive en sus tierras, pero que cada uno tiene su lugar. "Él es el rey, yo soy un campesino". No parecía muy interesado en cambiar ninguna realidad social.

Para los unos, los "camisas rojas" representan a las clases pobres y rurales en Bangkok y en las provincias del norte y noreste; las protestas reflejan la lucha de clases con la elite militar y monárquica.
Para los otros, los rojos son un grupo teledirigido por el millonario ex primer ministro Thaksin Shinawatra. Unos "contratados" que pueden permitirse acampar durante tres meses en el centro de Bangkok porque reciben entre 10 y 20 euros diarios, el doble o cuatro veces el salario de un jornalero del campo. Un periodista experimentado me espetó que la mayoría de los campesinos de Isán ni siquiera conocen a los "camisas rojas".
Al menos en Bangkok, yo he visto a muchísimos peones, camareros y dependientas salir a jalear a los rojos. Amigos míos me han contado que en las provincias de Sisaket y Udon Thani muchos expresan abiertamente su apoyo por los "camisas rojas". Al menos, antes de que el Gobierno se pusiera a acusarlos de terrorismo.
Yo prefiero las explicaciones eclécticas. Tailandia padece profundas desigualdades sociales como la mayoría de los países en vías de desarrollo y aún desarrollados. El frente de los rojos bebe del resentimiento de muchos trabajadores al borde la pobreza heridos por la magnificencia de los centros comerciales en Bangkok.
Muchos se acuerdan todavía de la sanidad universal y las ayudas al medio rural introducidas por Thaksin Shinawatra. También es cierto que muchos rojos cobraban por venir a protestas (¿cómo se lo iban a permitir, si no?).
Y Shinawatra no es un santo. Se enriqueció profusamente siendo primer ministro. Es un político populista, algo megalómano (sólo hay que escuchar algunos de sus discursos) y un empresario ladino. Comenzó la carrera política mintiendo sobre su patrimonio y luego comprando -literalmente- a varios partidos rivales.
En todo caso, seguramente lo peor que le pasó a Tailandia fue que la cúpula del Ejército, con la aquiescencia de personas cercanas a la Casa Real, lo depusieran en un golpe de estado. Desde entonces, las protestas y la agitación civil se han convertido en una estampa casi habitual en Bangkok.

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