viernes, 7 de mayo de 2010

Reflexiones poco diplomáticos de un embajador inglés

A Sir Anthony Rumbold le ocurrió lo peor que le puede pasar a un diplomático, que se haga pública una carta confidencial en la que haya dejado correr con libertad toda la punzante ironía de la que es capaz.
En julio de 1967, Sir Anthony escribió su último informe antes de abandonar su puesto como embajador de Gran Bretaña en Tailandia. Se trataba de una documento dirigido a su sucesor, al que le exponía con una honestidad casi hiriente sus opiniones sobre la política y la cultura tailandesas.
Casi al inicio del informe, dispara: "El nivel de inteligencia de los tailandeses es bastante pobre en lo general, más bajo que el nuestro y mucho más bajo que el de los chinos".
Sir Anthony describe algunas costumbres y usos tailandeses que no han cambiado demasiado. Como la proliferación de la corrupción en casi todos los niveles del Estado o la veneración que sienten por los escalafones. El ex embajador no lo mencionó en el texto. Pero hasta en los prostíbulos, las jerarquías son sagradas.
"El dinero es otro factor importante. Todos los tailandeses aman el dinero y su posesión se considera una señal de virtud o mérito", escribe más adelante.
Me encanta el último párrafo del informe. Tras las críticas y comentarios mordaces, su discurso se vuelve casi sentimental:
"Me he divertido mucho viviendo en Tailandia. Uno tendría que ser muy insensible o puritano para decir que los tailandeses no tienen nada que ofrecer. Es cierto que no tienen literatura, pintura o sólo tienen una tipo de música muy extraña; que la escultura, cerámicas y la danza son prestadas de otras culturas y que la arquitectura es monótona y la decoración espantosa. Nadie puede negar que el juego y el golf son los pasatiempos favoritos de los ricos y que la vida licenciosa es la preferida de todos ellos. Pero a los apagados europeos nos hace bien pasar algún tiempo con esta gente jovial, extrovertida y nada intelectual. Y si alguien quiere saber en qué consiste su cultura, la respuesta es que en ellos mismos, sus exquisitos modales, sus hábitos fastidiosos, sus gestos graciosos y actitudes elegantes. Si nosotros somos elefantes y bueyes, ellos son gacelas y mariposas. Por otro lado, me alegro de irme de aquí porque mi deterioro mental no se debe sólo a la edad madura sino a los efectos enervantes del clima que no se pueden combatir ni con ejercicio ni con aires acondicionados".

I have, &c.
A.RUMBOLD.

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