sábado, 12 de septiembre de 2009

Guerras privadas

En febrero de 2007, la Associated Press cifró el número de contratistas en Irak en 120.000, casi el equivalente al número de soldados estadounidenses. En escala, este tipo de guerra privatizada ya supera a Naciones Unidas. El presupuesto de la ONU para mantener la paz en 2006-2007 fue de 5.250 millones de dólares, menos de un cuarto de los 20.000 millones que se embolsó Halliburton en contratos en Irak. Según las últimas estimaciones, sólo la industria mercenaria se lleva 4.000 millones de dólares.

Así, mientras la reconstrucción de Irak fue todo un fracaso para los iraquíes y los contribuyentes norteamericanos, no podemos decir lo mismo sobre el complejo del capitalismo del desastre. La guerra en Irak, que se hizo posible a raíz de los ataques del 11 de septiembre, representa nada menos que el nacimiento violento de una nueva economía. Aquí radicaba la genialidad del plan de "transformación" de (Donald) Rumsfeld: dado que todos los aspectos de destrucción y reconstrucción se han subcontratado y privatizado, se produce un auge económico cuando las bombas empiezan a caer, cuando ya no caen y cuando vuelven a caer de nuevo (un lucrativo círculo cerrado de destrucción y reconstrucción, de arrasar y volver a edificar). Para las empresas avispadas y con visión de futuro, como Halliburton y el Carlyle Group, los destructores y los reconstructores son visiones distintas de las mismas corporaciones.

("La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre", Naomi Klein)

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