miércoles, 22 de abril de 2009

Sobre la globalización

La globalización ha creado maravillas muy superiores a las pirámides de Egipto, a los acueductos romanos y a las catedrales góticas; ha realizado campañas y expediciones que eclipsan a todos los antiguos éxodos de pueblos y cruzados.

Empujada por la necesidad de ampliar constantemente el mercado para sus productos, la globalización recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. Mediante la explotación del mercado mundial, la globalización ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas o lo están siendo continuamente. Son reemplazadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión de vida o muerte para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas sino materias primas procedentes de las más lejanas regiones; industrias cuyos productos no sólo se consumen en el propio país sino en todas las zonas del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas que requieren, para su satisfacción, productos de los países más lejanos y de los climas más diversos.

Gracias al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la globalización arrastra a la civilización a todas las naciones, incluso a las más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesadas con que derroca todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo de producción burgués; las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burgueses. En una palabra; crea un mundo a su imagen y semejanza.

Ha aglomerado la población, ha centralizado los medios de producción y ha concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia necesaria de todo ello ha sido la centralización política.

Basta mencionar las crisis comerciales que, con su reaparición periódica, plantean en forma cada vez más amenazadora la cuestión de la existencia misma de toda la sociedad global. Durante estas crisis comerciales, se destruyen periódicamente no sólo una gran parte de los productos ya elaborados sino también una parte de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante estas crisis, se extiende sobre la sociedad una epidemia que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda: la epidemia de la superproducción.

Nota del bloguero: Los párrafos anteriores corresponde al Manifiesto del Partido Comunista, redactado por Karl Marx y
Friedrich Engels en 1848. Sólo hay que sustituir la palabra "globalización" por "burquesía"

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