viernes, 20 de marzo de 2009

El chino pretencioso

En un templo monástico de Luang Prabang. Sentados en torno de una mesa: una francesa, un monje políglota y yo. Se acerca un nacional chino, de unos 24 años, barbilampiño y con la cara redonda como la luna. Sus ojos miopes exhibían una gran inteligencia y nulas habilidades sociales. El sujeto nos suelta algo así como:

"Estudié Ingeniería. Terminé a los tres años, antes de tiempo. ¡La carrera era tan fácil! No entiendo por qué otros tardan tanto en acabarla. Trabajo para Microsoft. En mis ratos libres estudio griego y latín."

Los chinos pueden estar orgullosos de haber conseguido revolucionar la economía mundial con sus artículos fabricados con obra de mano barata. Sus habilidades comerciales les han convertido en dueños de todos los dólares que ahora necesitan las maltrechas empresas de EE.UU.. Esto lo han conseguido de una forma discreta, humilde y esquiva. Incluso las billonarias inversiones que realizan en África para abastecerse de recursos naturales son llevadas a cabo grandes puestas en escena.
Este chino pretencioso que encontré en Laos, con su pomposa presentación, rompe los principios de moderación y equilibrio del taoísmo y confucionismo. Encima, tampoco sabía tanto griego.

- "Filosofía" viene del latín.
- Etimológicamente, "filosofía" proviene del griego y significa "amor por la sabiduría"-, le corregí.
- Sí, y también del latín-, insistió.

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