martes, 15 de abril de 2008

La rebelión de los "Tupperware"

Mi amiga Chon Sheau Ching o "Chin Chin", en su apelativo familiar, ha ayudado a miles de mujeres a encontrar trabajo a través de Internet en su red virtual eHomemakers. Ahora la llaman "emprendedora digital" y la invitan a dar conferencias, pero no siempre fue así.

En muy poco tiempo, pasó de tener una brillante carrera en distintas organizaciones internacionales como la UNESCO o la ONU a verse en la soledad de un hogar roto en Kuala Lumpur, Malasia. A mitad de los años noventa, su marido la abandonó y se quedó sola con un bebé recién nacido. Primero la había engañado con su mejor amiga



Foto: thewomenssummit.com



Por su trabajo de diplomática en las Naciones Unidas, viajó a Irán y a Egipto, donde aprendió sobre la situación, o la "opresión", de la mujer en algunos países musulmanes. Se enamoró de un profesor de universidad estadounidense y pronto se quedó embarazada. Un día, el marido se libró de un atentado en El Cairo por unos minutos. Temiendo por el futuro del bebé, decidieron establecerse en un lugar más seguro como Kuala Lumpur.

Chin Chin, malasia de origen chino, es menudita de tamaño y con cara risueña. Al poco de hablar con ella, uno ve la fuerza de su carácter y su inagotable inquietud. Pero lo que más me llamó la atención fue su generosidad desprendida, más allá de toda religión y origen cultural.

Al nacer su hija, Chin Chin tomó una decisión arriesgada y poco común, abandonó su carrera en la ONU para cuidar a su hija. Mientras el marido impartía clases en la Universidad, ella criaba a la niña y colaboraba con periódicos y revistas como "freelance".

Ahora contaré un episodio de su historia común en las telenovelas y en la vida real. La típica amiga desolada porque su novio la ha dejado. Chin Chin, con una gestación avanzada, no puede hacer mucho. Y se le ocurre pedir a su marido que salga con aquella para consolarla. Y de la barra del bar a la cama. Del consuelo al adulterio.

"Lloré mucho, pero tenía que salir adelante por mi hija, y me puse a trabajar para sacar adelante mi casa", me dijo Chin Chin.

Su familia y amigos se volcaron en ella y un poco más y la ahogan. Algún pariente desgraciado le insinuó que no se había cuidado el aspecto (¡recién embarazada!) y que igual por eso su marido la había engañado.

Tras la separación, Chin Chin asistió a numerosas entrevistas de trabajo en organismos internacionales y empresas multinacionales.

"Todos me preguntaban qué era lo más importante para mí. Yo les decía que mi familia y mi hija. Sabía que la respuesta correcta era hablar de mis ambiciones profesionales. Llegué a discutir con un directivo, a quien le dije que las personas son más importantes que la cuenta de resultados".

Las entrevistas no fueron bien, no se entendía con aquellas personas de traje oscuro y ambiciones afiladas. Eran los finales de los noventa, y las grandes corporaciones, como hoy día, buscaban tiburones. Y Chin Chin era más bien un delfín.

Mi amiga se rebeló y decidió seguir con su trabajo como "freelance" para poder cuidar de su hija. "No quería que un extraño educara a mi hija".

Sus amigas de cuando trabajaba en la ONU y algunos familiares no la entendieron. Primero, pensaron que tenía depresión por haber sido abandonada. Después, la dieron por perdida, loca y despechada.

"Me puse a trabajar. Un día escribí en el 'Star', el periódico en inglés de mayor tirada en Malasia, un artículo sobre las amas de casa. Hablé de las oportunidades que nos brindaba Internet para comunicarnos y hacer negocios. Tras el artículo, recibí más de 40 correos electrónicos".

Con un máster en Económicas por una Universidad norteamericana, Chin Chin puso todo su talento a crear una comunidad virtual. Comenzó con charlas para enseñar a amas de casa (y también hombres) a utilizar las nuevas tecnologías. Fue la revolución del "Tupperware" en Malasia. Amas de casa ya no iban a reuniones para escuchar hablar de recipientes de plásticos o batidoras inteligentes, sino a estudiar Internet como un campo para desarrollar sus economías.

Todas estas conferencias fueron reunidas en un libro titulado "Trabajando desde casa: una guía para mujeres trabajadoras y 'homemakers'", escrito por Chin Chin.
Al principio, trató de buscar patrocinadores y lo único que recibía era sonrisas y caras de escepticismo. "Las empresas nos veían como una causa perdida y una pérdida de dinero sin fondo".

En 2003 y sólo cuatro años después de su creación, www.ehomemakers.net, reunía a una comunidad de miles de madres y mujeres trabajadoras (sin olvidar el creciente público masculino) y pasó de ser un grupo de voluntariado a una "empresa social de emprendedores".

Tras casi una década, Ching es considerada hoy una "pionera digital" por organizaciones de ayuda al desarrollo y pronuncia conferencias en eventos internacionales. Es ejemplo y fuente de inspiración para muchos emprendedores de todo el mundo.

"Las organizaciones internacionales destinan mucho dinero al desarrollo. Pero lo importante no es cuánto, sino que la idea funcione". "eHomemakers" ha creado una red que sostiene a miles de familias. Son mujeres solteras o con personas mayores o enfermas a su cargo que ganan un sueldo, trabajando desde casa gracias a Internet. Realizan desde traducciones, venden cestas, comida e incluso dan consejo legal.
Chin Chin ha recibido numerosos reconocimientos de instituciones internacionales como la Asociación de Conocimiento Global (GKP), en el que colaboran cientos gobiernos, instituciones y ONG de todo el mundo.

Chin Chin se mueve con tanta naturalidad en el salón de su casa, que también utiliza como centro de operaciones de su red virtual, como en los eventos internacionales patrocinados por la UNESCO o la ONU. La satisfacción que emana le viene de haber ayudado a tantas personas, de vivir para auxiliar y no para pedir nada acambio. Sin embargo, todavía asoma una sombra en su mirada, como cuando recuerda los difíciles inicios y la incomprensión precisamente de las personas cercanas.

"Dice el Dalai Lama que, a veces, las cosa que no queremos que pasen en la vida son una bendición. Yo me quedé sola. Pero he luchado por sacar a mi hija y para ser independiente. Me enfrenté a muchas incomprensiones, pero ahora 
me llaman emprendedora digital.  No hubiera llegado aquí si mi marido no me hubiera dejado hace tantos".

Tupperware es una marca de recipientes plástico para poder transportar comida herméticamente que se ha convertido, por antonomasia, en un nombre genérico para designar este tipo de recipientes. También se le llama tartera. (Wikipedia)

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